El presidente del Gobierno no ha sabido calcular los tiempos. Mejor, los tiempos le han arrollado. La negación de la crisis en 2008, que le sirvió para ganar las elecciones de 2008, le pasa ahora factura de cara a los comicios de 2012. Veamos.
Tiempo 1. Elecciones de 2008. La estrategia del PSOE para esos comicios en lo que se refiere a la economía fue negar la crisis que se venía encima pero que todavía no había alcanzado a los ciudadanos. La consigna fue tachar de catastrofista y antipatriota al que se opusiera al discurso voluntarista oficial. Y el PSOE ganó esas elecciones.
Tiempo 2. 2008 y principios de 2009. Como era muy burdo reconocer la gravedad de la situación del país poco después de las elecciones, el Gobierno emplea los meses siguientes en una suerte de demagogia económica y se lanzan los eslóganes de 'ni un sólo recorte en el gasto social'. No se acomete ninguna reforma seria de la economía del país y las condiciones del país se deterioran gravemente.
Tiempo 3. desde mediados de 2009 y 2010. La pelota crece. La coyuntura económica se hace insostenible y, en un giro copernicano, el Gobierno no sólo reconoce la gravedad de la crisis, sino que empieza a aplicar medidas que no son entendidas por los ciudadanos para atajarla. La presión internacional -organismos, agencias de rating, analistas,...- acelera el cambio de actitud del Gobierno.
Tiempo 4. (...) El Ejecutivo no va a tener más remedio que dedicar la segunda parte de la legislatura a aplicar una terapia de choque a la economía que va a doler mucho a los españoles en su bolsillo: retraso de la edad de jubilación, subidas de impuestos, congelación de salarios y de empleo público, retirada de algunas subvenciones nacidas con la crisis... Unido esto a que se mantendrá la tendencia alcista del desempleo.
Tiempo 5. Elecciones generales de 2012 (si no se adelantan). Los españoles acudirán a la cita electoral con el cabreo en la cabeza y en el bolsillo de dos años muy duros de recorte de ingresos, que se suman a la peor legislatura en materia de empleo de la historia.
Como cualquier estratega político explica, los gobernantes tienen que acometer las reformas impopulares en los primeros momentos de una legislatura, para que puedan 'lucirse' en la segunda parte de la misma. Como en las grandes obras de infraestructura: las molestias a los ciudadanos al principio y la inauguración al final, coincidiendo con la siguiente consulta.
El presidente del Gobierno se da cuenta ahora de lo que le va a costar aquel negar la crisis en 2008. Zapatero y sus ministros han gastado gran parte del último año y pico a hacer electoralismo y ahora el electoralismo se vuelve contra ellos.
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